jueves, 17 de marzo de 2011

Hace ya tiempo que nos enteramos de la gran noticia sobre la salud de Pau, nuestra amada guerrera, la princesa de mil cuentos, y la verdad, desde entonces anda rondando una pregunta por mi cabeza: cuánto dura un milagro??

Un milagro puede durar años: superando la pérdida de dos hijos, varios parientes, bastantes amigos y conocidos, y sobre todo del amor de su vida (su querida "Lita"); llevándole la contraria al promedio de vida de nuestro país -y de cualquier otro-, pese a su cirrosis, su próstata y otros padecimientos por ahí, abuelo Beto casi casi sopla las cien velitas...




Un milagro puede durar meses: como aquella mujer a la que han declarado clínicamente estéril, y sin embargo ve crecer su vientre con el hijo que por la gracia de Dios fue concebido...



Puede durar días, horas...

Hubo quien se salvó de morir en el atentado contra las Torres Gemelas, porque perdió el vuelo, o el que por pasar a la farmacia a comprar unas curitas para las ampollas que le hicieron los zapatos retrasó su llegada a estos edificios... y se salvaron por minutos!!




Dura segundos, como cuando en un parpadeo, una señora, su hijo y un amigo se salvaron de ser arrollados por un auto que daba vueltas sin control en una calle de San José, una noche varios meses atrás...

Un milagro es un milagro, no importa cuánto dure, si es momentáneo o eterno, si es propio o ajeno, sin importar nuestro credo... simplemente ES!!

Hoy es un milagro la salud de Pau, y la nuestra... su vida, y la nuestra... Así que bailemos y celebremos, y demos gracias a Dios porque estamos, porque somos, porque tenemos.... mañana? solo EL sabrá. Hoy agradezcamos su amor y su misericordia, con la esperanza de gozar por muchísimos años de este milagro del que somos partícipes.

Amen

1 comentario:

  1. Milagros en nuestra vida hay a montones, solo que es un milagro que los notemos. Pasamos por este caminar tan ajetreados, tan afanosos, tan preocupados por las cosas materiales, por lograr el éxito, por tener lo que queremos, por lograr nuestras metas terrenas, que no vemos a nuestro alrededor lo que sucede y acontece. Hasta que algo nos pincha y nos obliga a mirar, a observar y a meditar. Paulina nos ha hecho ver en la familia, a muchos de nosotros, la importancia de la familia, lo necesario de la unión y el apoyo mutuo, las ventajas del amarse unos a otros y de ayudarse entre sí. Ella, con su circunstancia de mala salud, su cara de ángel travieso, su inocencia, su amor espontáneo y sincero, nos ha conmovido el corazón y nos ha hecho revivir viejos conceptos que de tan conocidos se pierden en la memoria y en el sentir del corazón: la familia es la mayor bendición, el mejor don y la verdadera riqueza que podemos tener en esta tierra. Es la familia la real fortaleza en la cual podemos resguardarnos para librarnos del peligro, es el escudo que nos protege contra las armas de quien nos quiere derrotar, es el cobijo y el amparo que no nos va a fallar.
    Fortalezcamos la familia, revitalicemos los nexos de unión, revivamos los canales de comunicación y las vías de contacto: el amor existe, pero se debe demostrar con actos y con abrazos, con acciones y con realidades. El amor platónico debe quedar para la literatura, el amor real y efectivo debe ser el que nos una como un solo cuerpo.
    El Señor ayuda a Paulina, la bondad del Creador se muestra, un milagro ya ha hecho el Salvador con ella al tenerla viva, otros milagros quedan aún por venir. Bendito sea el Señor.

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